Nanas

Nana

Duérmete, niño mío,

flor de mi sangre,

lucero custodiado,

luz caminante.

 

Si las sombras se alargan

sobre los árboles,

detrás de cada tronco

combate un ángel.

 

Si las estrellas bajan

para mirarte,

detrás de cada estrella

camina un ángel.

 

Si la nieve descansa

sobre tu carne,

detrás de cada copo

solloza un ángel.

 

Si viene el mar humilde

para besarte,

detrás de cada ola

relumbra un ángel.

¿Tendrá el sueño en tus ojos

sitio bastante?

 

Duerme, recien nacido,

pan de mi carne;

lucero custodiado,

luz caminante,

duerme, que calle el viento...,

dile que calle.

Luis Rosales

Nana de Sevilla

Este galapaguito
no tiene mare;
lo parió una gitana,
lo echó a la calle.
No tiene mare, sí;
no tiene mare, no:
no tiene mare,
lo echó a la calle.

Este niño chiquito
no tiene cuna;
su padre es carpintero
y le hará una.

Federico García Lorca


Grandes poetas

Federico García Lorca

Este poeta español, miembro de la mítica Generación del 27, es el mayor referente de la literatura española del siglo XX. Fue asesinado en Granada durante la Guerra Civil Española por su condición de republicano y homosexual.

Para saber más...


Nana del caballo grande

Nana, niño, nana

del caballo grande

que no quiso el agua.

El agua era negra

dentro de las ramas.

Cuando llega el puente

se detiene y canta.

¿Quién dirá, mi niño,

lo que tiene el agua

con su larga cola

por su verde sala?

 

Duérmete, clavel,

que el caballo no quiere beber.

Duérmete, rosal,

que el caballo se pone a llorar.

 

Las patas heridas,

las crines heladas,

dentro de los ojos

un puñal de plata.

Bajaban al río.

¡Ay, cómo bajaban!

La sangre corría

más fuerte que el agua.

 

Duérmete, clavel,

que el caballo no quiere beber.

Duérmete, rosal,

que el caballo se pone a llorar.

 

No quiso tocar

la orilla mojada,

su belfo caliente

con moscas de plata.

A los montes duros

solo relinchaba

con el río muerto

sobre la garganta.

 

¡Ay caballo grande

que no quiso el agua!

¡Ay dolor de nieve,

caballo del alba!

¡No vengas! Detente,

cierra la ventana

con rama de sueños

y sueño de ramas.

 

Mi niño se duerme.

Mi niño se calla.

Caballo, mi niño

tiene una almohada.

Su cuna de acero.

Su colcha de holanda.

 

Nana, niño, nana.

¡Ay caballo grande

que no quiso el agua!

¡No vengas, no entres!

Vete a la montaña.

Por los valles grises

donde está la jaca.

Mi niño se duerme.

Mi niño descansa.

 

Duérmete, clavel,

que el caballo no quiere beber.

Duérmete, rosal.

que el caballo se pone a llorar.

Federico García Lorca

Nana del mar

Cantarte quiero, niña,

la nana azul del mar

con sus espumas y sus olas

podrás soñar.

 

Como mi niña es buena,

la arrullan peces,

caracolas le dicen….

duérmete, duerme.

 

Mi niña se ha dormido

y está soñando

que en un barco de vela

va navegando.

 

Mirar, corales,

cómo va navegando

por vuestros mares.

Concha Lagos

Nana de la cabra

La cabra te va a traer

un cabritillo de nieve

para que juegues con él.

 

Si te chupas el dedito,

no te traerá la cabra

su cabritillo.

Rafael Alberti


Grandes poetas

Miguel Hernández

Miguel Hernández nació el 30 de octubre de 1910 en Orihuela (España) y falleció el 28 de marzo de 1942. Es uno de los poetas de referencia de la Generación del 27. Para saber más...


Nana de la cebolla

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Miguel Hernández



Actividades sugeridas

  1. Lectura y análisis de la "Nana de la cebolla". Estudio de la vida del poeta Miguel Hernández.
  2. Creación de nanas a partir de las estructuras dadas.
  3. Pequeña investigación de la vida y obra de Federico García Lorca.

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